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¿Cómo gestionar el cambio en tiempos de crisis?

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¿Cómo gestionar el cambio?

6 de Mayo de 2020 - Por Héctor Aguilar

La vida es un viaje maravilloso, pero no es estático, ya que siempre estamos en un cambio constante. Todo tiene un principio y un final... puede que ayer tuviéramos trabajo y hoy ya no lo tenemos. Aceptar que la vida es cambio nos permite vivir el aquí y ahora de una manera más tranquila, disfrutar de todos aquellos y todo aquello que tenemos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.

Es imprescindible aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la famosa zona de confort más tiempo del necesario, ya que no nos hace bien.

¡Sí!, la vida es así de caprichosa. Insiste en cambiarnos todo lo que se le antoja. Pero estaréis conmigo que cuando nos quedamos anclados por miedo y viviendo en una vida que no nos está aportando nada, en realidad estamos dejando de vivir con plenitud y sobretodo estamos desaprovechando todas esas oportunidades que están ahí afuera esperándonos.

Las cosas cambian constantemente. Las estaciones del año, las mareas, nuestro cuerpo es un ejemplo perfecto ya que genera nuevas células para reemplazar las viejas cada 7 años... De hecho, aunque se haya entrado en la mediana edad, puede que muchos de nosotros tengamos 10 años o menos. Sí! Esta alentadora verdad emana del hecho de que muchos de nuestros tejidos corporales están sometidos a un constante cambio y renovación. 

Como decía Heráclito, un filósofo griego: “no nos bañamos dos veces en las aguas de un mismo río, ni siquiera una vez”, ya que estas fluyen constantemente. Simplemente, el cambio es algo garantizado.

La vida es cambio, nosotros somos cambio, nuestro cuerpo cambia, pero…¿por qué nos cuesta tanto el cambio?

Pues por un sencillo motivo, nuestro maravilloso cerebro es el resultado de 2 millones y medio de años de evolución, nos ha permitido llegar hasta aquí como especie, porque el cerebro está perfectamente preparado para la supervivencia, pero está muy mal preparado para la felicidad.

Cómo podríamos ser más felices, pues asumiendo el cambio, pero sí a la vez nos cuesta, y por qué nos cuesta? La respuesta e que nuestra mente va más deprisa que nuestros sentimientos. Podemos comprender la bondad de las cosas que nos ocurren o incluso el sentido de la muerte de un ser querido enfermo y muy mayor. Sin embargo, por mucho que comprendamos, no significa que no suframos o que no nos adentremos en desiertos emocionales. 

En este podcast vamos a analizar la curva del cambio. Concretamente la que voy a compartir contigo a continuación es una representación gráfica de lo que Pilar Jericó describe como «el viaje del héroe» (seguro te suena porque Joseph Campbell ya escribió sobre el tema en su libro El héroe de las mil caras).

Es esencial conocer las etapas que nosotros vivimos ante el cambio, para poder entenderlas y para poder acelerarlas ya que en la medida que podamos acelerarlas, podremos ser un poquito más felices, el objetivo pues es comprender que nos ocurre para acelerar dicha curva.

Cuando nos enfrentamos a cambios difíciles, nunca hay atajos, es decir, es muy importante tener en cuenta que esta curva que analizaremos a continuación significa que tenemos que vivir distintas etapas y tenemos que vivirlas todas, eso no lo podemos variar lo que sí que podemos hacer es acelerar el proceso.

Otra cosa importante es que tengas presente que ante cada una de estas etapa del cambio tenemos siempre dos alternativas: una alternativa es quejarnos… ¿Por qué me ocurre esto a mi? ¿Por qué yo?… Algo que suele sucedernos bastante ya que nos encanta quejarnos. La otra alternativa es vivirlo desde el protagonismo, verlo como una invitación para hacer algo, encontrarle el significado a esto que nos está pasando.

Si lo vivimos desde esta segunda opción vamos a estar mucho más preparados, vamos a estar mucho más fuertes para asumir los retos que tenemos por delante exprimiendo nuestro potencial.

Bien, vamos pues a conocer la curva del cambio, la cual os invito a interiorizar ya que  cuando lo hayáis hecho os daréis cuenta de que está presente en muchas películas. Todas esas películas con buenos guiones, con buenas historias de héroes o por ejemplo las películas de Disney, todos los personajes de estas películas van a atravesar todas las fases de la curva del cambio, así que os invito a que cuando conozcáis la curva volváis a ver esas películas que tanto os gustan y entenderéis por fin por qué Mufasa, el padre de Simba, murió y todos nos llevamos ese disgusto. Bien pues murió porque todos los héroes tienen un desierto que cruzar antes del gran cambio.

Las personas sabias y curtidas son las personas que han sabido superar todas esas fases y han sabido visitarlas con mucha conciencia. Por lo tanto, en la medida que lo conozcamos, a parte de saber qué ocurre en las películas de Disney, nos va a ayudar a nosotros a disponer de armas para poder afrontar con éxito los cambio

Llamada a la aventura

La primera fase es cuando algo sucede, la crisis o en positivo la llamada a la aventura, algo sucede y tenemos que responder. La llamada a la aventura siempre puede ser por dos motivos: llamada del cielo o llamada del trueno.

¿Qué significa llamada del cielo? Es algo que yo voy a buscar: una nueva relación, un nuevo proyecto, un nuevo empleo, es algo que tu deseas y te mueves por la curiosidad… El problema no lo tenemos aquí, el problema del cambio está en la llamada del trueno, cuando cae un rayo y nos parte la vida, la llamada del trueno.

Frustraciones, errores, despidos… todo aquello que no nos gusta vivir, y luego tenemos truenos más grandes como la pérdida de un ser querido o una enfermedad...Estos son truenos en dimensiones importantes.

Lo que es interesante es que para atravesar esta fase tenemos que preguntarnos algo importante… ¿Qué invitación me está haciendo la vida para dar lo mejor de mi?

Si en este momento decides empezar a preguntarte: por qué yo… por qué me ha pasado a mi...no vas a poder extraer lo mejor de ti ya que no estarás escogiendo ser el héroe de tu historia sino la víctima.

Negación

No hay héroe que no tenga un momento de debilidad o de duda. El motivo es sencillo: nuestra mente nos quiere proteger y actúa como un parapeto para aceptar los cambios. En esta fase están las quejas, los enfados, culpar al otro o caer en el victimismo, que busca evitar responsabilidades o simplemente, protegernos de emociones que a veces nos superan. Por ejemplo, cuando vivimos algo doloroso, como un despido o una separación. En estos momentos, existen personas que pueden creer que están bien, sin embargo, su humor es amargo o cae en un estado más irritable. 

La negación "niega" la realidad, nuestras emociones o nuestras responsabilidades y es posiblemente, la fase más difícil de superar. 

Una buena pregunta que podríamos hacernos en esta fase sería: ¿Qué me está doliendo?

Miedo

Es la emoción reina en nuestra vida y que siempre nos acompañará. Sin embargo, cuando dejamos de echar culpa al mundo que nos rodea y miramos un poco hacia dentro, aparece el miedo con gran intensidad. Existen dos tipos de miedo: el sano, que es la prudencia y el tóxico, que es el que nos paraliza. El desafío no es no tener miedo, puesto que neurológicamente es imposible, sino seguir adelante a pesar del miedo. La reflexión que nos ayuda es:

Una reflexión que podríamos hacer en esta fase sería, A pesar de mi miedo, ¿qué decisiones podría tomar para conseguir mi objetivo?

Travesía por el desierto 

Cuando caemos en la frustración o aceptamos una pérdida llegamos a lo que Pilar llama el desierto. No existe héroe ni en los cuentos ni en las religiones que no atraviesen su desierto metafórico, incluso Simba lo atravesó. Es el momento de rendición, de aceptar el dolor y de tocar con nuestra humildad. El desierto siempre es un lugar de “intercambio”. Perdemos cosas para ganar otras. Es imposible abrirnos a aprendizajes nuevos si no desaprendemos otros. Pueden durar minutos o meses. Lógicamente, cuando nos enfrentamos a una pérdida dolorosa el desierto se convierte en una noche oscura, con profundidades emocionales mucho más complejas. Por ello, si queremos salir del dolor el único camino es aceptarlo y no negarlo. La mirada positiva es válida solo cuando se ha aceptado lo que nos duele, no cuando se niega. De ahí, la fuerza transformadora de los desiertos. La reflexión en esta fase es:

¿De qué tengo que despedirme para continuar adelante? ¿qué nuevas posibilidades se abren?

Nueva realidad y nuevos hábitos

Todo el mundo salimos del desierto en mayor o menor medida, excepto casos de pérdidas extremas, que siempre dejan una cicatriz profunda y difícil. Una vez salimos del desierto es cuando aparece una nueva realidad (un término que escuchamos mucho estos días) esta nueva realidad se acompaña de unos nuevos hábitos, esto es el cambio. 

Aceptamos un despido o un fracaso profesional cuando hemos transitado por el dolor y comenzamos a hacer cosas diferentes. En dicho momento, hemos integrado el proceso y vamos experimentando con una nueva realidad. Sí ya hemos cambiado.

El cambio nos genera incertidumbre y esa incertidumbre nos da miedo. Tenemos mucho deseo de control, pero como seres racionales que somos, es preciso aprender que la seguridad no existe, lo único asegurado que tenemos es la muerte. Por mucho que intentemos controlar nuestro mundo, habrá ciertas situaciones o circunstancias que sucederán sin que lo esperemos y sin que tengamos ningún poder para modificarlas.

Por lo tanto, deja de intentar controlar, no puedes y te creará mucho malestar. Interioriza la idea, real y verdadera, de que las cosas pueden terminarse y eso estará bien porque es lo normal, forma parte de la vida . Porque como hemos dicho, la vida es cambio y si llega ahora que ya conoces las fases por las que pasarás, vívelas de manera consciente para acelerarlas.

No quieras permanecer donde ya no hay que estar por miedo a la incertidumbre. Quizás hoy sufras por haber cerrado un capítulo, pero mañana te alegrarás y volverás a abrir otro y lo más seguro es que sea mucho mejor. Será mejor porque tú lo harás mejor, habrás aprendido de las anteriores etapas, habrás sacado conclusiones y habrás madurado como persona.

Tómate los recuerdos como lo que son e intenta no mezclarlos con sentimientos demasiado exagerados. Lo que se fue ya no volverá y no merece la pena darle vueltas. Ahora tienes ante ti una nueva etapa, para descubrir, para explorar, para conocerte mejor y sobre todo para apreciar y disfrutar.

Toda etapa encierra un placer, algo positivo, algo nuevo, nunca nada es totalmente malo, aunque ahora mismo no tengas la capacidad para darte cuenta de ello

Si reflexionas fríamente, alejado de las emociones, verás que nada es totalmente bueno, ni totalmente malo. Si se acabó tu relación y te toca cerrar esa etapa, puedes pensar que quizá ahora puedas hacer cosas que antes con esa persona no podrías, o que has aprendido lo que no quieres en tu vida.

Es cierto que las cosas buenas que tenías con esa persona también las perderás, pero como hemos comentado antes, vendrán otras cosas buenas a tu vida, se abrirán nuevas puertas, descubrirás nuevos caminos. Todo cambia, todo pasa, todo se reinventa

¿Cómo desprenderse del miedo?

Deja de preguntarte el por qué de las cosas

¿Por qué tuvo que fallecer?, ¿por qué me dejó por otro?, ¿por qué se rompió?, ¿por qué me despidieron? Yo te pregunto: ¿Para qué te preguntas eso?, ¿De qué manera solucionarás tu problema haciéndote esas preguntas?

El pasado, pasado está, déjalo ir, no te vayas a crear otro problema ni frustraciones innecesarias por averiguar el por qué.

No te digas cosas como «no es justo que esto termine», «mi vida no tiene sentido después de mi ruptura», etc. Son ideas falsas, exageradas y poco prácticas. Te adaptarás al cambio tarde o temprano, pero lo harás mucho antes si lo aceptas y aprendes a manejar bien tus ideas y pensamientos.

Para ello, te invito a cambiarlos por frases más realistas -que no positivas- hasta que comiences a creértelas y automatizarlas: «Puede que sea injusto que esto termine, pero la vida es injusta por definición. Podré soportarlo», «El sentido de mi vida no depende de una persona en concreto, pues tengo más cosas de las que puedo disfrutar».

Despréndete de cosas que no te aportan nada, sin miedo

Tira lo viejo, borra fotos, rompe documentos, regala ropa, cambia de casa, de pareja o de trabajo… Recuerda no te quedes anclado donde ya no encajas. La vida es cambio y tiene que fluir.

Empieza a construir desde tu presente y proyecta tu futuro. Eso que tu crees que necesitas y que es imprescindible para tu vida, en realidad no lo es. Imprescindible es comer, respirar, dormir, beber…lo demás es solo una rutina, una costumbre y el ser humano es capaz de acostumbrarse y de desacostumbrarse, de habituarse y deshabituarse… puedes hacerlo, ¡ponte a ello, sin miedo!, ¡no te va a pasar nada terrible!

Intenta poner en marcha estos pasos y ganarás sabiduría, madurez, fortaleza y salud mental. Asume, abraza y acepta los cambios; hazlos parte de ti, de tu vida, de tu mundo.

Mira hacia adelante, como cuando vas conduciendo y nunca hacia atrás. El espejo retrovisor solo hay que mirarlo un instante, pero tenemos que conducir mirando hacia adelante, observando y aceptando lo que está llegando y lo que está por venir.

¿Quieres aprender a gestionar de manera exitosa cualquier tipo de cambio que ocurra en tu vida? Me gustaría que conocieras mi Programa especial para la gestión del cambio Fénix, se trata de un programa intensivo de alto impacto diseñado especialmente para proveerte de todas las herramientas y la metodología necesaria para afrontar todo tipo de cambio. A través de sesiones individuales de Coaching, trabajaremos conjuntamente en el diseño de una estrategia para gestionar el cambio y al mismo tiempo fortalecer tu resiliencia, trabajaremos las emociones profundizando en el autoconocimiento para reforzar la autoestima consiguiendo así una mente entrenada para superar cualquier cambio.

Es un programa intensivo porque se lleva a cabo en solo 4 sesiones online, es decir las puedes realizar estés donde estés, solo necesitarás conexión a internet.

Si te has quedado o crees que puedes quedarte en paro. Si has perdido a algún ser querido, si estás viviendo una ruptura de pareja, si eres un particular o tienes una empresa y sientes miedo o incertidumbre por la nueva realidad o si simplemente deseas entrenar tu mente para resolver situaciones adversas, el programa Fénix te acompañará a que descubras todo tu potencial para gestionar el cambio.

Además de acompañarte como coach en el programa trabajaremos juntos para:

  1. Visualizar el nuevo proyecto: Definirlo en objetivos concretos y planes.
  2. Trabajaremos tu creatividad para despertar pasión. Un gran antídoto ante el miedo es el disfrute y la ilusión.
  3. Aprenderás a través de la frecuencia.
  4. Trabajaremos para saber transformar emociones negativas en positivas, aprender a relativizar y a tomar distancia.
  5. Analizaremos los medios con los que cuentas.
  6. Reforzaras tu Confianza y autoestima, te motivaras
  7. Trabajarás la curva del cambio para así acelerar el proceso y ser capaz de transformar cualquier situación en una oportunidad de crecimiento

Recuerda cuando termina la curva comienza otra. La vida es un constante cambio y esta llena de oportunidades. De hecho, cada día vivimos al mismo tiempo diferentes curvas tanto a nivel personal como profesional, y que es el gran síntoma de que estamos vivos. La vida es algo a descubrir no intentes encajarla en patrones, como ya te habrás dado cuenta es impredecible. En cada paso que damos entran en juego emociones que nos superan y realidades que también nos sorprenden. En la medida que desarrollemos nuestra curiosidad y nuestra capacidad de aprender, podremos acelerar ese potencial que todos tenemos y por supuesto, sentirmos más serenos y mucho más felices.

 

 

 

En tiempos de resiliencia

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En tiempos de resiliencia

6 de Abril de 2020 - Por Héctor Aguilar

¿Cómo afrontamos momentos difíciles como los que estamos viviendo estos días? ¿Qué es aquello que nos permite adaptarnos a situaciones traumáticas como la pérdida de un ser querido, un amigo o nuestro trabajo? La respuesta a porqué nos adaptamos, se llama resiliencia. 

El término tiene su origen en la física. Es la capacidad de la que está dotada un material para resistir un impacto y retomar su forma original. Una pelota de caucho es un objeto resiliente, al contrario que el cristal de una ventana que, frente a un impacto, se romperá y no recuperará su forma anterior. Este fenómeno físico sirvió de metáfora para el ser humano, que puede recibir el impacto de un trauma, no destruirse y seguir adelante.

Por tanto, La resiliencia es esa curiosa capacidad que todos tenemos de sobreponernos a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. ¡Sí! tú también posees esa fortaleza interior de forma natural, aunque tal vez no la tengas desarrollada pues no es innata, no viene en genes ni ADN se ha de entrenar.

Durante décadas multitud de investigadores han observado que ciertas personas son capaces de enfrentarse a obstáculos y situaciones tremendamente dolorosas con gran entereza y sin mostrar comportamientos victimistas ¿Qué es lo que exactamente hace que estas personas muestren tanta entereza a pesar de estar viviendo situaciones tan terriblemente desfavorables?

Resulta que la resiliencia no tiene nada que ver con las situaciones que vivimos sino con una disposición interior, ningún acontecimiento es traumático en sí mismo, no existen situaciones desesperadas, sino más bien personas que se desesperan ante sus situaciones, personas que cuando la vida aprieta se derrumban. No se trata de la situación sino de nuestra percepción e interpretación.

Las personas poco resilientes suelen percibir la adversidad de forma negativa, sintiendo que no tienen los medios para combatirla y con ello anulan sus mecanismos psicobiológicos de crecimiento y fomentan una neuro rigidez que solo les debilita.

Las personas resilientes por el contrario perciben la adversidad como un desafío y esto les permite encontrar seguridad interior. Se niegan a percibir los acontecimientos como traumáticos. Viven las adversidades y los eventos negativos sin derrumbarse, por muy dolorosos que estos resulten. Cuando necesitan superar la tristeza de una pérdida y transitar por un duelo emocional se preguntan: ¿Qué puedo aprender yo de esto?

Por tanto, aunque nuestro enfoque inicial sea negativo, podemos aprender a percibir nuestras situaciones de vida de forma diferente para replantearlas en términos positivos. 

Algo que nos puede ser de mucha ayuda es buscar referentes que nos inspiren, que nos motiven en nuestra lucha. Pueden ser personas de tu entorno o personajes históricos. 

Nelson Mandela

Un ejemplo de persona resiliente que a mi siempre me ha inspirado es Nelson Mandela, encarcelado atrozmente durante 27 años por sus ideas y acciones contrarias al apartheid imperante en Sudáfrica.

Mandela tuvo la suficiente fortaleza interior y entereza para no rendirse durante su larguísimo cautiverio, y salir con fuerzas para promover el cambio que buscaba 27 años atrás.

Mandela consiguió acabar con la discriminación étnica y se convirtió en presidente de su país a los 76 años contribuyendo a la lucha por la democracia, la paz y la libertad a nivel internacional.

¿Cómo puedes tú entrenar y fortalecer esta resiliencia que ya está en ti? Te invito a poner en práctica estas tres estrategias muy sencillas de incorporar en tu vida:

Cuéntate otra historia

Todos tenemos un narrador interno que tiende a exagerar. Cuando vivimos tiempos difíciles, este narrador tiende a decirnos que será así por siempre. Cuando se trata de calcular el impacto y la duración de los eventos dolorosos y proyectas estos eventos hacia el futuro, tendemos a exagerar muchísimo. A esta conclusión han llegado los doctores Tim Wilson y Dan Gilbert que en sus estudios de Pronóstico afectivo han encontrado que las cosas malas nos hacen sentir mal pero no por tanto tiempo como pensamos ni con tanta intensidad. Las personas solemos aferrarnos a la desesperación con mucha facilidad pero rara vez llegamos a experimentar esos extremos que habíamos imaginado.

El Doctor Wilson explica que del mismo modo que nuestro sistema inmunológico nos defiende de agentes infecciosos, poseemos un sistema inmunológico psicológico que cura nuestras heridas emocionales, según su investigación, nuestra mente inconsciente utiliza este mecanismo para ayudar a la mente consciente a relativizar nuestras vivencias dolorosas, de modo que con el paso del tiempo nuestro narrador interno comienza a contarnos una historia más agradable

Aunque la voz interior tienda al dramatismo, con el tiempo todo se va reenfocando gracias a este sistema inmunológico psicológico y la mejor forma de favorecerlo es mantener siempre una actitud resiliente. Cuando vivas situaciones adversas, no te creas la terrible historia que tu mente te cuenta tan fácilmente, cuestiónala y ábrete a la posibilidad de que tal vez tu mente esté equivocada y las cosas no sean tan dramáticas como parecen.

Cambia tu actitud

Con una actitud negativa el camino hacia la resiliencia se convierte en tortuoso. Cuando nos negamos a considerar los eventos negativos como oportunidades de crecimiento y en lugar de ello nos dedicamos a seguir victimizándonos, la resiliencia se queda durmiendo en su guarida secreta. La actitud es uno de los nutrientes principales que ayuda a que nuestra resiliencia se exprese.

Con una actitud de crecimiento nos daremos cuenta que muchas de nuestras fortalezas siempre estuvieron ahí, pero nuestra ceguera nos impedía verlas. Una buena forma de cultivar esta actitud tiene mucho que ver con la primera estrategia, es parecido a contarte otra historia, pero en este caso somos mucho más específicos. Cambiamos los típicos pensamientos derrotistas por pensamientos resilientes, expansivos y edificantes.

Por ejemplo, en lugar de: “No puedo, esto no me sale bien, me rindo. Suficiente, así mismo está bien, no puedo hacerlo mejor. Es demasiado complicado. No soy lo suficientemente fuerte. Me culpo por mis errores. Nunca lo lograré.

Podemos comenzar en su lugar a decirnos cosas como: ¿Qué puedo hacer para mejorar? Probaré algo nuevo. ¿He dado lo mejor de mi? Siempre puedo mejorar. Siempre puedo aprender. Esto me llevará algún tiempo. Puedo fortalecer mi resiliencia. Mis errores ayudan a mejorar. Seguiré aprendiendo.

Ahora bien, está claro que para poder hacer este cambio o reenfoque necesitas ser consciente de los pensamientos indeseables, lo cual requiere de cierta destreza. Muchas veces suceden de forma tan automática que ni nos damos cuenta y si no nos damos cuenta difícilmente vamos a poder reorientar nuestro pensamiento.

Es por ello que siempre recomiendo la práctica de Mindfulness o atención plena como una práctica hacia el florecimiento de esta autoconciencia. Con práctica vas a ver todo lo que tu mente pone delante de ti vas a aprender a tomar distancia de tus peores pensamientos y vas a poder escoger un cambio de actitud ante la vida.

Sumándose a la actitud hay otro apunte importante. El cortisol atenta contra la resiliencia. Fortalecer nuestra resiliencia también repercute por tanto en el estado de salud física. Es por eso que hacer deporte frecuentemente nos ayudará a encontrarnos mejor y fortalecer nuestra resiliencia.

Otro aspecto igual de importante que hacer ejercicio es fijarse metas con un significado personal, por muy insignificantes o trascendentales que sean estos objetivos, es lo que nos permite gestionar bien nuestros hábitos y tomar las riendas de nuestros actos. La resiliencia consiste, en parte, en orientarse hacia el horizonte de lo posible.

Y un último aspecto que se sume a una buena actitud es, usar el humor para empoderarte. El humor es un valiosísimo recurso para quitarle importancia a las cosas a la vez que se obtiene una sonrisa a cambio.

Hacer bromas sobre algo relacionado con los problemas personales es perfectamente saludable, teniendo en cuenta que se aborda el tema obteniendo una respuesta emocional que es agradable y nos libra del peso del estrés. Un ejemplo que vemos durante estos días son los memes que compartimos sin parar con nuestros familiares y amigos. 

Enfrentar tus miedos

Muchos profesionales utilizan la terapia de exposición para ayudarnos a cambiar las asociaciones negativas que en el pasado establecimos con determinados estímulos. Si hay algo que nos aterra hay una forma muy eficaz de enfrentarlo. En lugar de luchar con ello y resistirnos, nos exponemos lenta y repetidamente a eso que tanto nos asusta.

Por ejemplo, si nos aterra la opinión ajena y esto nos convierte en personas poco sociables y comunicativas, nos exponemos en pequeñas dosis a ese miedo que nos bloquea. Podemos acudir a reuniones e interactuar más de lo normal, de este modo vamos superando el miedo a través del acto sostenido de enfrentar las emociones que tanto nos molestan. La idea de esta estrategia no es eliminar nuestros miedos de un plumazo sino entrar en contacto con nuestro valor y nuestra resiliencia. 

Recuerda siempre que no se trata de dejar de tener miedo sino de seguir adelante a pesar del miedo.

El autoconocimiento es un arma muy poderosa y las personas resilientes saben usarla a su favor. Saber cuáles son nuestras principales fortalezas y habilidades, así como las limitaciones y debilidades, hace posible trazar metas más objetivas y realistas. Asimismo nos permite identificar los aspectos en los que podemos mejorar es un camino directo a fortalecer nuestra autoestima y autoconfianza.

Además de conocerse, una persona resiliente reconoce la importancia del trabajo en equipo y sabe pedir ayuda cuando lo necesita. El autoconocimiento nos permite mejorar la capacidad de reconocer y expresar las emociones. Sobre todo en momentos en que estemos sufriendo, esta es una buena forma de afrontar situaciones dolorosas. También nos permite identificar emociones de rabia o enfado que nos estén haciendo comportarnos de una forma poco saludable.

Se observa que a mayor actividad cognitiva y a mayor capacidad intelectual aumenta la resiliencia, no sólo emocional, sino de las neuronas y la parte más biológica de afrontamiento del estrés.

Conclusión

La resiliencia puede ser entrenada y desarrollada. Podemos aprender a percibir los estímulos de forma diferente para replantearlos en términos positivos. Cuando más nos esforzamos por ser resilientes más reforzamos esta capacidad. Pero cuanto más caemos en actitudes victimistas y derrotistas, más se atrofian nuestras fortalezas interiores.

Ser resilientes es una habilidad que se refuerza con el uso y se atrofia con el desuso. Hacer uso de nuestra resiliencia empieza siempre con una decisión consciente y cuanto más la cultivamos con nuestro esfuerzo, dedicación y persistencia, más se vigoriza.

Recuerda, destierra la idea de que no puedes….El hecho de salir fortalecidos de las situaciones adversas puede implicar que en un futuro, ante una situación que nos despierte los mismos sentimientos de frustración, tristeza, rabia o desesperanza, podamos reaccionar de forma distinta y escribir una historia con otro final.